Llegamos a las 15.30h,la cocina cerrada. La mujer que nos atendió(perdón,no recuerdo su nombre) con toda la amabilidad del mundo nos preguntó que si teníamos hambre y le dijimos que si e inmediatamente nos abrió la cocina y pudimos comer un cocido montañés y unas albóndigas queestaban de abrazo Ibamos con nuestra bebé de 9 meses y se desgizo en atenciones gacia ella. Un encanto de mujer.
El lugares idílico,pegado a un bosque,ambiente cenomenal. Nuestra estancia fue corta puesto que se nos averióel coche y tuvimos que dejarlo precipitadame te, pero sin duda volveremos. El sitio precioso,muy limpio,los trabajadores encantadores. Para repetir sin dudarlo.. Un 10.nuestra